11 Septiembre, 2007 a 19:33 pm (ensayo)
por Cayo Vicente, con Amor para quien escuche solidari@ este texto, y bien se sabe por qué…
http://www.apiavirtual.com/2007/09/11/¡-el-fpdt-vive-la-lucha-sigue/
I.- ORIGEN Y RAZON.
El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) surgió como Organización político-social de autodefensa campesina en respuesta al infame decreto foxista del 22 de octubre del 2001, que justificaba el despojo abierto y brutal de 5391 hectáreas de tierra, sobre las cuales habría de fincarse el mas ambicioso proyecto sexenal, consistente en el establecimiento de un exclusivo complejo comercial-hotelero y la construcción del nuevo aeropuerto internacional que captaría el 70% de las exportaciones. Lo que derivaría en la obtención de inconmensurables ganancias para la oligarquía transnacional y criolla que aportaría una inversión inicial de 2863 millones de dólares.
La consumación de este megaproyecto representaba un avance fundamental en la instrumentación del Plan Puebla Panamá, parte complementaria del Acuerdo para el establecimiento de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), diseñados con el objetivo de garantizar la profundización del dominio económico, político, cultural, y militar del imperialismo norteamericano en Latinoamérica mediante el saqueo de sus recursos naturales -fundamentalmente agua, energéticos y biodiversidad-, la sobreexplotación de los trabajadores y el control monopólico de los mercados.
Desde su origen el Decreto en cuestión fue violentamente ilegal e ilegítimo, por que se emitió en flagrante violación a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (Artículos 27 y 115) y del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (Artículos 4 y 6) que tratan del derecho de los pueblos originarios a conservar sus tierras, cultura y tradiciones; por que no justificaba la utilidad pública, toda vez que sólo el 3% de la población nacional tendría acceso a los servicios que pretendía establecer; por que jamás se consultó a los pobladores de las comunidades afectadas, a quienes se les pagaría un precio impuesto de siete miserables pesos por metro cuadrado de terreno; por que la sola construcción del aeropuerto afectaría una vasta extensión de territorio en cuyo seno se encuentran invaluables vestigios arqueológicos y paleontológicos que dan cuenta del surgimiento y antecedentes de nuestra propia identidad nacional; además profundizaría el desequilibrio ecológico de la zona, al destruir los espejos de agua y con ello la infinidad de especies que los habitan; reduciría las zonas de recarga de los mantos acuíferos, agudizando la escasez del vital líquido, la salinización de la tierra y las inundaciones al oriente y sur del Distrito Federal.
Los pobladores de estas latitudes habían sido condenados a la miseria en el destierro, por lo que al decidir defenderse no sólo luchaban por su patrimonio, identidad, tradiciones, pasado histórico, presente y futuro, sino también, literalmente, por su vida.
Frente al desconcierto, incertidumbre y pesar iniciales que trajo la cruda noticia de la expropiación, la Dignidad del pueblo mexicano aquí representado se abrió paso y decidió andar otra vez, recién comenzando el nuevo siglo.
II.- PARA VIVIR APRENDIMOS A LUCHAR.
PARA VIVIR TENIAMOS QUE VENCER.
Tres eran los municipios afectados por la expropiación: Chimalhuacán, Texcoco y Atenco. Este último resultaba implicado con mas del 80 % de su extensión, por lo que la oposición organizada en él cobraba particular importancia para la resistencia, cuya dirección inicial pronto dejó de estar en manos de los tibios y calculadores dirigentes locales del PRD, quienes fueron desplazados por activistas de larga trayectoria en la lucha independiente, de reconocida honestidad y congruencia, identificados en el núcleo denominado Habitantes Unidos de San Salvador Atenco (HAUSSA). Grupo disciplinado que atesoraba años de experiencia en la lucha social iniciada con el impulso y participación del Frente Popular Regional de Texcoco, que mas tarde, en su modesta expansión, cambiaría de nombre a Frente Popular del Valle de México, ambos extintos años antes del parto necesario del FPDT.
Estos compañeros centraron su activismo autogestionario promoviendo iniciativas y acciones de beneficio colectivo, tales como la ampliación de la red de drenaje, instalación de alumbrado público, construcción de puentes, reubicación del panteón, pavimentación de calles, reducción del impuesto predial, construcción del auditorio municipal, hasta la solidaridad mas personalizada y cálida con cuantos se lo solicitaban, colaborando con ellos en las labores del cultivo y cosecha de la tierra, la construcción de sus casitas, el auxilio en la enfermedad u hospitalización, en apremios económicos, en el peligro de ser despojados de su modesta propiedad, en la intermediación de las disputas intrafamiliares, etc. Además de desarrollar una política de apoyo efectivo y concreto con las luchas magisteriales, barriales, estudiantiles, o de acopio y traslado de víveres, ropa, medicinas y alimentos a comunidades de base zapatistas víctimas de la feroz represión de Estado desatada con motivo de la irrupción indígena del EZLN en enero de 1994.
Lo que siguió después del anuncio oficial del decreto criminal y apátrida no fue sino un camino amoroso de fusión, de reconocimiento, de arduo, lento, prolongado y difícil aprendizaje colectivo para la resistencia.
Un pueblo cimbrado hasta lo mas hondo de su ser Hombre-Mujer obligado a reaccionar y una dirigencia confiable que se había ganado su lugar a pulso con hechos tangibles y que no se asumió jamás como tal, comenzaron a ser uno solo y dejaron de ser cada cual para convertirse en todos. Y nos dimos cuenta que siendo diferentes en el grado de estudios, en el nivel de compromiso, en las formas de participación, en las habilidades para uno u otro trabajo práctico, en el modo de ver las cosas y relacionarnos con los demás, en la experiencia de lucha de cada uno y en la manera en que íbamos asimilando ésta, en el carácter, en el temperamento, en la personalidad, en la edad, en el sexo, en las ideas políticas o religiosas, etc., teníamos un objetivo común e irrenunciable: la defensa del elemental derecho a la vida que incluía la de nuestra madre tierra, amenazada junto con nosotros de muerte.
Para echar abajo el decreto expropiatorio enfilamos nuestra resistencia por dos vías complementarias: la jurídica y la política. Pero para nosotros era claro que la segunda condicionaría a la primera. Así que la organización y la movilización fueron prioridad constante, sin que descuidáramos el aspecto legal. Lo cual nos permitió desnudar la falsedad del apego a la ley que enarboló siempre el gobierno para justificar sus agresiones y ambiciones. En este terreno también los vencimos. Era preciso hacerlo para cerrar toda posibilidad a la bestia de rapiña.
Poco a poco fuimos identificando la importancia insustituible de la Asamblea General como el lugar común para intercambiar opiniones, proponer tareas, establecer acuerdos y definir planes de acción. Así fuimos aprendiendo a reconocernos en los otros diferentes que éramos nosotros mismos. Eran reuniones amplias, abiertas a todo el que quisiera luchar incluso viniendo de fuera de nuestras comunidades, escuchábamos con interés y asombro a todos los que querían compartirnos sus experiencias y regalarnos la herramienta de su avanzada lucidez ideológica y teórica, tomábamos lo que considerábamos útil a la causa y acordábamos qué hacer como FPDT, sin intromisión de otras organizaciones.
Nuestros pasos iniciales fueron adquiriendo seguridad al vernos acompañados de la más hermosa y desinteresada solidaridad de individuos y colectivos, tanto de México como de diferentes partes del mundo. Todas las tendencias de la izquierda se dieron cita en Atenco y a todas las respetamos y correspondimos sin prejuicios, simplemente por haberlas conocido en la práctica, jugándose la vida a nuestro lado. Nos dimos cuenta que había diferencias doctrinarias entre algunas de ellas y nunca nos entrometimos en esa problemática, tampoco admitimos que las zanjaran ante nosotros, inmersos como estábamos en otras situaciones mas apremiantes. Aprendimos que la mejor palabra es la acción y supimos distinguir que algunos doctores de la lucidez hablada no se comprometían en la actividad concreta. También ocurrió que varios compañeros del FPDT tenían simpatías por algún partido político, mas no se agredió ni expulsó a nadie por ello, como Organización siempre mantuvimos una posición independiente y nunca confiamos en alguna organización de carácter electoral, ya sabíamos de su corrupción, de su papel mediatizador, de su capacidad para montarse en los movimientos y traficar con ellos al mejor postor: esas huellas dejaron a su paso siempre.
En el proceso de nuestra defensa tuvimos muchos tropiezos y momentos sumamente críticos, pero en medio de esas circunstancias supimos buscar entre todos una salida, no siempre la ideal sino la menos peor. Nos atrevimos a ser audaces, intrépidos, a veces temerarios, y utilizamos formas no convencionales para evidenciar la forma de conducirse del mal gobierno. Así, confiscamos sus vehículos cuando se internaban subrepticiamente en nuestros terrenos para hacer exploraciones técnicas al margen de la ley, mientras estábamos amparados y en espera de resoluciones judiciales sobre la autorización de las obras, y los utilizamos para los recorridos que hicimos a lo largo y ancho del país en la difusión de la problemática que enfrentábamos y para la vigilancia de nuestras tierras; detectábamos y vigilábamos a los infiltrados que permanentemente se relevaban en su miserable cometido y les dábamos tareas arriesgadas que deberían cumplir so pena de evidenciarse como lo que eran; recogíamos sus radios, celulares, cámaras fotográficas o de video, y los usamos para establecer nuestra modesta red de comunicaciones y para registrar la memoria del Movimiento; nos movilizábamos llevando nuestras herramientas de trabajo, entre las cuales llegaron a destacarse el paliacate y el machete, hasta convertirse en símbolo de nuestra lucha.
Poco a poco y debido a la urgente necesidad de comunicarnos, fuimos poniendo en práctica todas las formas de difusión y propaganda posibles. Recuperando la experiencia de otros movimientos aprendimos a hacer periódicos murales semanales; montamos exposiciones fotográficas; realizamos pegas, pintas y murales sobre bardas y piedras; nos animamos a hacer volantes, pegatines, periodiquitos, carteles, llegamos incluso a poner camisetas con leyendas combativas a nuestros perros y a pintarle consignas a nuestros burros o caballos; pusimos bocinas en autos y salimos a difundir la lucha mediante perifoneos en las comunidades o nos íbamos a otros estados para alentar otras luchas populares; inventamos consignas chuscas y serias pero siempre significativas; organizamos parodias en tiempos coyunturales de elecciones donde el candidato de unidad era el burro Chon, el único al cual siempre consideramos que tenía todas las cualidades para rebuznar en serio; también fuimos armando nuestros videos y canciones, y avanzamos hasta lograr organizar mesas redondas, foros, debates, conferencias , conferencias de prensa, asambleas informativas y mítines, los que incluso hicimos en el interior de la propia iglesia de la comunidad a mitad de la misa. Aparecíamos en cuanto acto oficial de importancia se pudiera, para boicotearlo. Incorporamos a toda movilización una bandera nacional, una zalea de coyote y un estandarte con la imagen del divino Salvador. En fin todo lo que nos sirviera para difundir, denunciar, propagandizar, agitar, educar, organizar y retroalimentar. La conciencia se nos fue creciendo de a poquito y ya no volvimos a ser los mismos jamás. Nuestras compañeras se elevaron ejemplarmente y su participación fue determinante en el proceso de esta lucha. Sin ellas la resistencia habría sido imposible.
El entusiasmo de los jóvenes más avanzados de nuestra Organización dio vida a la creación de la casa de la cultura, establecida cuando decidieron tomar la biblioteca municipal y darle uso verdadero, por medio de la cual se organizaron, en coordinación con diversas organizaciones hermanas, talleres de dibujo, pintura, danza, teatro, proyecciones de video, cursos de regularización académica y un sinfín mas de iniciativas encaminadas a elevar nuestra concepción del mundo y de la vida, nuestra conciencia, moral, y sensibilidad.
Nada fue fácil, pues además de nuestra inexperiencia ante un desafío como el que enfrentábamos, tuvimos que sortear muchas formas que intentaban los gobiernos federal, estatal y municipal para detener o aniquilar nuestro Movimiento, tales como infiltración de agentes externos, traición por cooptación de compañeros que participaban desde dentro en su labor de vigilancia, provocaciones, atentados, chantajes, amenazas, mentiras, calumnias, ofrecimiento de prebendas, difusión de rumores y chismes para dividirnos y enfrentarnos entre nosotros mismos, hostigamientos, presiones, además de campañas intensas de desinformación y aislamiento en los medios de comunicación escritos y electrónicos.
El cúmulo de tareas necesarias que reclamaba cada momento concreto superaba en mucho nuestras posibilidades económicas, por lo que recurriendo a la experiencia de otros movimientos, a la inventiva creadora de nuestros compañeros y a la solidaridad, supimos salir adelante a veces literalmente desde la bancarrota y la única explicación es que el pueblo es una fuente inagotable de abnegación, de entrega, de entusiasmo, de iniciativa, de hermandad. Se imprimieron en serigrafía paliacates y playeras, se organizaron rifas, boteos, colectas, quermeses, bailes, etc. y se trató lo mas posible en dar un manejo claro a los recursos financieros. Jamás aceptamos una donación a cambio de supeditarnos ideológicamente, o de cualquier otra forma.
Así fuimos creciendo colectivamente, cometimos variados y muchos errores pero siempre estuvimos dispuestos a corregirlos, o al menos a no reincidir, aunque todavía arrastramos varios como el caudillismo involuntario, la casi total ausencia de eventos de formación ideológica y la poca sistematización de nuestra experiencia de lucha. Nunca fuimos perfectos ni tuvimos todo planeado: “afilamos un machete, ponemos cara de encabronados, nos agarramos a madrazos, y vencemos”. No, no fue así, mas bien luchamos como pudimos, a nuestro modo y condiciones, y reconocemos que tenemos mucho que aprender todavía, no nos sentimos superiores a nadie, ni pensamos tener la autoridad moral como para andar dando lecciones de cómo, cuándo, dónde y con quién hacer las cosas. Como conglomerado en combate nos fuimos forjando en el camino, sorprendidos de lo que éramos capaces de hacer con nuestros conocimientos ideológicos y teóricos limitados, escasos, rudimentarios; con nuestras exiguas propias fuerzas y recursos; con nuestra obsesiva decisión de vivir y nuestra irrenunciable necesidad de vencer lidiando al mismo tiempo con una incertidumbre que quema y abruma. Y es que no había de otra: o luchábamos con la posibilidad real de morir, por que nunca subestimamos el poder económico, político y militar del gobierno, o estábamos muertos ya de la muerte mas sórdida, fría y negra: la muerte en vida. La victoria, aunque acariciada y soñada, era objetivamente, prácticamente, la posibilidad más remota.
III.- Y LA POBREZA SIGUE AQUÍ…
El 11 de julio del 2002 el gobierno montó una provocación, diseñada hasta sus últimos detalles con la intención de asestar un golpe decisivo al FPDT, acción en la que cientos de policías agredieron a los cerca de 30 compañeros que acudieron en Comisión a protestar ante el gobernador. Como resultado tuvimos varios heridos y 19 detenidos, entre ellos a dos compañeros de los mas resueltos, visibles y representativos del Movimiento, ante lo que la respuesta del pueblo fue unánime e incontenible. Había que rescatar a todos, pero el penal a donde se los llevaron estaba fuertemente custodiado, incluso por francotiradores, además del despliegue de fuerzas represivas en las carreteras de acceso. La iniciativa colectiva derivó en la invasión inesperada de las oficinas centrales de la Procuraduría de Justicia en Texcoco, donde estaban diversos funcionarios que fueron conminados a seguir la misma suerte de las comunidades, por lo que se fueron con la muchedumbre al Auditorio de San Salvador Atenco. Los medios de comunicación electrónica y escrita, particularmente los primeros, se convirtieron en canal de comunicación entre el FPDT y el gobierno, el cual además emplazó, en su tradicional doble lenguaje, efectivos de todas las corporaciones policiacas y militares en torno nuestro. Era la hora de los hornos de la que habló José Martí , y no tenía qué verse sino la luz. La crisis desnudó al Sistema en las palabras de un funcionario que respondió ante la petición de canje de nuestros compañeros: “a los que tienen háganles lo que quieran, no nos importan para nada absolutamente, pero eso sí: vamos a entrar por ustedes y los vamos a acabar…”. Mas adelante y como resultado del amplio apoyo, estimulado aun más, que se generó en torno nuestro dada la enorme y no prevista repercusión nacional y mundial, además de las profundas contradicciones entre las que se debatía el gobierno en su nivel federal y estatal en relación al modo de resolver el embrollo que generó su sórdida estupidez, sin descontar la determinación de la Asamblea General de no ceder y estar dispuesta al combate desigual sin rendición, es que salimos airosos de este trance. A nuestros Hermanos los tuvimos de regreso para seguir luchando a nuestro lado, y así nos amalgamamos definitivamente para siempre en la lucha, en el riesgo, en el dolor, en el sacrificio, en la esperanza, en la dignidad, en la victoria, en la alegría… ¡En la Vida!
El 25 de julio del 2002 sembramos a nuestro hermano José Enrique Espinoza Juárez, fallecido el día anterior, víctima de la cobarde golpiza que le propinó la policía el 11 de julio. Ese día también desterramos de nuestro ser colectivo cualquier residuo de miedo, angustia o duda. Ese día preñamos a la muerte, que dejó de ser tal para nosotros. Ese día enterramos para siempre el decreto maldito y nauseabundo, cuyo certificado se tardaron en expedir hasta el 01 de agosto del mismo año. Las hienas escondieron su garra en espera de tiempos más propicios. Nosotros fundimos paliacate y machete donde se pueden volver a tomar: en el cerebro, en el corazón y en los órganos que afiebrados irradian más vida siempre.
Como era de esperarse el júbilo de vencer al gobierno fue mayúsculo. Algunos de nuestros compañeros decidieron que era suficiente caminar, otros no. Intuíamos que las victorias o las derrotas son pasajeras, que lo permanente era la lucha, y descubrimos además que estábamos en las mismas condiciones de pobreza y opresión que las que existían antes de que Fox decretara la ley de su avaricia y la de los suyos. Nos percatamos de tener una victoria que a final de cuentas nos había dejado como estábamos antes de tener que defendernos. La “fama” no nos servía para vivir. Había, por tanto, que continuar, había que ir ahora por la Patria toda, recuperarla, hacerla nuestra, quitársela de las manos a quienes la postran y saquean, a quienes no la aman sino que la prostituyen en su beneficio. Tenía que ser ya, teníamos que comenzar o continuar según se vea, ahora que habíamos confirmado que no fue imprudente soñar en derribar aviones piratas con machetes guerreros, ahora que descubrimos la fuerza vital y transformadora que se acurruca en la entraña del pueblo cuando se despierta de un largo letargo, ahora que la luz acariciaba para siempre el alma. Así que no permanecimos plácidamente a contemplarnos en el espejo para celebrar la victoria y vivir ornamentando laureles hasta el ridículo. No. Decidimos continuar y acompañar a todos los que en otras latitudes se defendían de cualquier injusticia. Salimos al encuentro de los que nos tendieron su mano cuando los necesitamos, les fuimos a agradecer y a decir aquí estamos, aquí seguimos, pueden contar con nosotros siempre, no se rindan, adelante, merecemos mucho más que esta podredumbre de Sistema. Así nos honramos en marchar con obreros, estudiantes, colonos, campesinos, vendedores ambulantes, intelectuales y artistas, profesores, bases de apoyo del EZLN; en fin, con todo tipo de trabajadores, incluso llegamos a Centroamérica y Europa, siempre llevando nuestra modesta solidaridad concreta, efectiva, oportuna, alegre, desinteresada.
Y comenzó un nuevo tiempo en la vida de nuestro FDPT. Comenzaron a acercarse campesinos de distintos lugares y se fueron incorporando en los hechos, paulatinamente fuimos creciendo, ora defendiendo el monte, ora el transporte autónomo, ora impidiendo el establecimiento de unidades habitacionales en tierras ejidales casi despojadas, poco a poco nos volvimos aglutinador expansivo. Nuestra tierra se convirtió, además, en pólvora de Dignidad.
Siguió la incesante batalla por el mejoramiento de nuestras condiciones de vida. Se instaló una mesa de diálogo ante el gobierno, donde persistentemente demandamos la creación de centros educativos con cobertura para todos los que lo requirieran, sin exclusión; exigimos el establecimiento de programas de desarrollo productivo regional; arrancamos un fideicomiso de 800,000 pesos para la familia de nuestro compañero asesinado, así como la garantía de la educación de sus hijos hasta los estudios universitarios y un trabajo digno, con categoría de base definitiva, para su esposa y compañera; obtuvimos la libertad de compañeros reciente e injustamente presos. Recuperamos incluso el dinero que no sabemos quien depositó como fianza por cada uno de nuestros presos el 11 de julio, para que salieran de inmediato en medio de la crisis, mismo que destinamos para cubrir los honorarios de nuestros abogados. Además ganamos con esfuerzo dedicado la representación formal del Comisariado Ejidal, para asegurarnos de la inviolabilidad de nuestro territorio. Asimismo intentamos articular el movimiento femenino local con miras a una mayor participación y crecimiento cualitativo.
Esto sin dejar de hacer lo que habíamos aprendido en el proceso. Nuestra solidaridad abrió los brazos a todo intento organizativo que se generó entre los distintos sectores de la población nacional en lucha. Forjamos naturalmente un vínculo indisoluble con nuestros hermanos zapatistas y nos adherimos al esfuerzo de construcción de “La Otra Campaña” como proyecto serio de convergencia para la transformación social urgente y necesaria. No debíamos caminar solos, teníamos que buscar a los iguales en todos los sitios donde intuíamos que podrían estar, navegar juntos y encontrar la definición de su ser verdadero por la práctica más que por el discurso, por la fecundidad más que por la apariencia.
Y en eso llegó el terrorismo de Estado. Quedando claras la falsedad del avance democrático de las instituciones, la modernidad del estado de derecho y la inviolable potestad del ejercicio de los derechos humanos y las libertades políticas. Supimos que el dominio y odio de clase de los explotadores está más vivo que nunca y que no desaparecerá por su propia voluntad. No hubo jamás un fin de la Historia. Nunca lo creímos. Ahora lo reconfirmamos.
El deshonor más deshumanizado se consagró para México, en el nuevo milenio, los días 3 y 4 de mayo del año 2006. Cuando la mediocridad, cobardía y abyección de los tres niveles de gobierno, el federal panista, el estatal priísta y el municipal perredista, administrados respectivamente por Vicente Fox Quezada, Enrique Peña Nieto , Nazario Gutiérrez Martínez (Texcoco) y Pascual Pineda Sánchez (Atenco) , lanzaron cuatro mil orangutanes ejemplarmente amaestrados para aniquilar al FPDT. El cielo se descuajó y los tenebrosos arquitectos de la noche hicieron su primer festín de sangre, lodo y mierda. La bestia fascista comenzó a enseñar sus asquerosas y descomunales garras.
IV.- EL TAMAÑO DE SU MIEDO AL PUEBLO.
Javier Cortés Santiago (16 años) y Alexis Benhumea Hernández (20 años) cayeron asesinados y sumaron sus nombres a la lista de guardianes guerreros de la luz, cazadores de las sombras, que custodian la Primavera que inexorablemente vendrá un nuevo día. Veintinueve hermanos fueron secuestrados en la cárcel de Santiaguito, tres en el penal de máximo exterminio conocido como Del Altiplano, antes La Palma, y cuatro menores en el Consejo Tutelar de Texcoco. Cinco fueron deportados sumariamente. Ciento cuarenta y cuatro adultos y cinco menores fueron detenidos y excarcelados con libertad condicionada a la sentencia del proceso judicial vigente, después de pagar la tarifa que la ley, esa vieja puta, les exigió. Un número indeterminado de órdenes de aprehensión penden aún sobre varios hermanos y a lo lejos se escuchan carcajadas macabras de los poderosos.
Terrorismo de Estado puro vivimos esas gélidas, negras y fétidas horas transcurridas como siglos. Pero jamás nuestros semejantes nos dejaron solos ante esta pesadilla. Por todo el mundo se escuchó la voz sublime de la solidaridad. La Comisión Sexta del EZLN y La Otra Campaña fueron los primeros en ese gesto por siempre inolvidable. Luego vinieron otros, a quienes igual guardamos un lugar en el corazón.
Ante un enemigo infinitamente superior resistimos de mil formas simultáneas: huyendo; refugiándonos; sanando las heridas para volver a la trinchera; negándonos a las fauces de las mazmorras, aún dentro de ellas; arengando al alma en las casas que infortunadamente visitó el horror; recontactándonos; reorganizándonos; marchando en mitin público y privado; movilizándonos venciendo el veneno del miedo que quisieron inocularnos; diciéndonos con el silencio y a distancia que jamás nos soltaremos de las manos; buscando indignados la manera de impedir que desconocidos y advenedizos “militantes” del FPDT hurten y usufructúen en su personal beneficio el dinero que llegaba generoso en apoyo para nuestra Organización, hasta antes de los sucesos de Oaxaca, donde la APPO fue parida por la Aurora ; soportando la vigilancia permanente de los malditos; sorteando las emboscadas para desaparecernos o agredirnos; enfrentando la calumnia que intenta sembrar discordia y desconfianza entre los nuestros; soportando el dolor que da la incomprensión de quienes hacen por nosotros sin nosotros, quienes regatean su apoyo por que dicen que sólo debemos aceptar su solidaridad en monopolio exclusivo y excluyente; bebiéndonos la arrogancia de los puros de oratoria que nos ningunean ahora por que nos descubren frágiles en teoría sistematizada; detectando a los agentes del estado infiltrados, que se ponen camisetas de La Otra Campaña (les gustan esas particularmente, y pese a ello no la demeritan ante nosotros) en tanto que hurgan y rehurgan para obtener pistas sobre el paradero de los compañeros resguardados, simbolizados en nuestra América hermosa y digna; protegiendo en nuestro pecho la concentrada luz que irradia la Esperanza en un tiempo mejor.
Es breve nuestra existencia como FPDT comparado con el devenir de los siglos, y por el momento encontramos tres etapas diferenciadas a partir de su cualidad: la primera, que va desde el surgimiento hasta la victoria contra el aeropuerto; la segunda, que comprende el crecimiento propio con la adhesión de mas comunidades, el establecimiento de mesas de interlocución con el gobierno estatal para exigir solución a demandas concretas, la solidaridad de vuelta a las organizaciones e individuos de nuestra extensa geografía nacional, la vinculación con ese esfuerzo fundamental de construcción que es la Otra Campaña y hasta la represión funesta de mayo del 2006; la tercera que abarca desde nuestra rearticulación y sobrevivencia, la adecuación de nuestra política de alianzas a las condiciones que enfrentamos, hasta la obtención de la libertad de nuestros hermanos presos. Libertad que no dudamos llegará.
Vaya que nuestros enemigos tienen razones para odiarnos por amar. Su odio avanza a la velocidad de sesenta y siete años por milésima de segundo, como la sentencia que deliran que podrán ver cumplida en nuestros hermanos. Por que nosotros ya somos dueños, desde antes, de la victoria moral e histórica y muy pronto lo seremos también de la política.
Por que la adversidad nos ha templado para los desafíos que nos proponga nuestro tiempo. Por que tras la intención de aniquilarnos estamos vivos y en pie de lucha, como descendientes de Nezahualcóyotl que somos. Por que no estamos solos. Por que aquí vamos y pese a todo todavía cantamos. Por que somos Amor a filo de machete en vuelo…
¡ LIBERTAD A LOS PRESOS POLITICOS DE MEXICO Y EL MUNDO!
¡ ZAPATA VIVE, LA LUCHA SIGUE !
¡ VIVA LA LUCHA DE LOS PUEBLOS POR SU LIBERACION! San Salvador Atenco, estado de México, República Mexicana, septiembre del 2007.